sábado, 3 de mayo de 2025

Haití y República Dominicana: Diferentes Caminos Espirituales y Sociales

Las sociedades no se sostienen solo con leyes ni con gobiernos. Se sostienen con valores, con principios, con una base espiritual y moral que guíe a la gente a convivir en paz. Es como el alma de un pueblo. Sin eso, lo demás se cae.


En República Dominicana, esa base ha sido el cristianismo. De ahí vienen muchos de los valores que nos gobiernan y nos enseñaron desde niños: amar al prójimo, no robar, no mentir, respetar a los padres, perdonar, ayudar al que lo necesita. Los Diez Mandamientos, por ejemplo, no solo hablan de cómo relacionarnos con Dios, sino también de cómo vivir con los demás. Nos enseñan a convivir.


En el caso de Haití, la cosa es distinta. Su formación espiritual está muy influenciada por el vudú, una mezcla de creencias africanas que se centra en el contacto con los espíritus. La vida moral en ese contexto, gira más en torno a estar bien con esos espíritus, no necesariamente a vivir en armonía con los demás. No hay un texto como la Biblia que marque una línea clara sobre cómo tratar al prójimo. La prioridad no es tanto el bien común, sino la relación personal con lo espiritual.


Y eso, aunque muchos no lo vean, afecta el comportamiento social. Mientras en nuestro país nos educaron con una moral que piensa en el otro, en Haití predomina una visión más individual, donde lo importante es resolver uno con lo invisible, no necesariamente con la comunidad. Por eso, muchas veces se ve una dificultad real para adaptarse a sistemas de convivencia colectiva. Se prefiere lo individual a lo colectivo.


Y eso me preocupa.


Porque cuando una sociedad no tiene una base moral que enseñe a convivir, a respetar, a pensar en el otro, le cuesta organizarse, desarrollarse, vivir en paz. La crisis de Haití, más allá de lo político y económico, también es una crisis moral y espiritual. Y hasta que no se entienda eso, no se podrá construir algo duradero.


Esta reflexión no es para juzgar, sino para entender mejor lo que pasa. Ojalá algún día Haití encuentre un camino que lo ayude a sanar como pueblo y a reencontrarse con un modelo de vida en sociedad que funcione para todos.