domingo, 16 de octubre de 2016

EL SIGNIFICADO DE HAITI: UN RELATO QUE DEBE DE COMPROBARSE

En los años que tuve como Director de la UNEV-Santiago, fomenté la fraternidad y la sana convivencia con los estudiantes haitianos matriculado en la universidad. 

Al principio, encontré muchos conflictos y contiendas en ellos, al poco tiempo descubrí que tenían un condicionamiento cargado de resentimientos en contra de los dominicanos, infundado históricamente desde nuestra separación; transferido de generación en generación, en donde ven a los dominicanos como los causantes de su desdicha. Para ellos todavía persiste que esta parte de la isla les pertenece, porque los dominicanos  los despojaron de su tierra que “legítimamente” les pertenece. Esto, combinado con otros hechos históricos, sociales y económicos ha acrecentado el rechazo hacia los dominicanos.

Para muchos de los que han nacido en Haití, su pobreza y calamidad ha sido ocasionada por los dominicanos, ven en nosotros como la causa de su mal. Este sentimiento se ha traducido en odios y en rencor hacia la República Dominicana, por eso no es de extrañar el rechazo que reiteradamente manifiestan en todo lo que signifique dominicano. Tal es el caso de la universidad que le donamos, y que en un acto incomprensible los haitianos intentaron ponerle el nombre de Henri Chistophe, un libertador haitiano que combatió con crudeza a los dominicanos; a esto se le suma el rechazo para ponerle el nombre de Juan Bosch a la biblioteca, y que finalmente el gobierno haitiano cambió su postura al ponerle a la universidad el nombre de Roi Henry Primero, y de Juan Bosch a la biblioteca.  

Se pueden citar un sinnúmeros de situaciones de rechazo por parte de los haitianos, donde históricamente ha sido recurrente esa aptitud de repudio hacia la República Dominicana, y que muy recientemente se ha puesto de manifiesto con la ayuda humanitaria ofrecida de muy buena fe por el gobierno dominicano, a raíz de la situación que padecen por los efectos del huracán Mathews.

El paso por la dirección de la universidad me acercó a los estudiantes haitianos para buscar una avenencia y un punto en común que redujera esa hipersensibilidad que ponían de manifiesto cuando  interpretaban erróneamente que se le estaba dando un trato injusto y discriminatorio. A poco tiempo descubrí donde estaba el mal, y empecé a mostrarle de cerca la naturaleza del buen corazón de los dominicanos, de ahí se originó una relación fraterna muy cercana, incluso surgió el voluntariado de estudiantes haitianos donde participaban en actividades sociales y culturales de la universidad.

Esta relación trascendió lo meramente académico, hasta convertirse en un vínculo de amistad muy cercano con algunos estudiantes haitianos. En una ocasión compartía con uno de ellos, donde me reveló algo de mucho impacto, y que lógicamente está por confirmarse desde un ámbito científico para comprobar su veracidad. Él me expresó que Haití no significa tierra alta, que es una palabra compuesta que se deriva del francés Hair-Tien, que significa según él: “ODIO AL PROJIMO”. Recuerdo que le pregunté muy contrariado si estaba seguro de lo que decía, y con mucha firmeza lo aseguró, incluso dijo que en Haití lo saben, y que es un secreto a voces.

Está por verse la veracidad de esta revelación, que de comprobarse y de ser cierta podríamos entender más la realidad que vive ese empobrecido país, cuyo antídoto debe de ser y será siempre el AMOR DE CRISTO, para poder desterrar su penosa situación.